lunes, 8 de agosto de 2011

Proceso de orientación vocacional en Adolescentes (Resumen del trabajo presentado en la V Jornada Regional de Adolescencia, 2010)

Por la Lic. Carina Torrez

En diciembre de 2005, junto con la Licenciada Florencia Rojas presentamos un proyecto en el Hospital de Salud Mental Evita de Villa de Mayo, Partido de Malvinas Argentinas, con la idea aportar el recurso de un dispositivo de Orientación Vocacional-Ocupacional al Servicio de Adolescentes y Adultos de dicha institución.
Este proceso fue programado con una modalidad grupal, con frecuencia semanal, y con un total de cinco encuentros. Los objetivos planteados para dicho proceso fueron los siguientes:
- Conocer el tipo de información con que cuentan los adolescentes y jóvenes, acerca de las alternativas educativas y ocupacionales posteriores al ciclo de educación obligatoria.
- Proveer medios de información acerca de carreras, oficios y ocupaciones.
- Promover en el orientado una actitud activa respecto de su posible elección vocacional-ocupacional.
Una vez que comenzamos a trabajar con el primer grupo de orientación, nos encontramos con el  el mito de “el test vocacional”.  Através de este mito el adolescente cree que con un simple test, el psicólogo le va a “decir qué estudiar”. Esta creencia se repitió en los sucesivos grupos de trabajo, durante los 6 años que funcionó el dispositivo.
El mito funciona através de la creencia de que el psicólogo se encuentra en una posición de saber, y desde una modalidad directiva, le puede indicar al paciente exactamente qué carrera u oficio estudiar. Aquí también funciona un mito social: el de las profesiones tradicionales. El psicólogo representa imaginariamente a un sujeto poseedor de un saber acerca del otro, en este caso, del paciente que busca orientación.
A medida que se fue trabajando con diferentes grupos, se pudo comprobar que la elección vocacional es un entramado personal, familiar (con los mandatos paternos principalmente), social, cultural, económico y hasta laboral.
Los adolescentes suelen llegar al servicio con la idea de que” tienen que estudiar algo” pero “no saben qué”. Tampoco saben porqué TIENEN que estudiar.
Esto generalmente viene dado por un imaginario social que opera desde la estructura familiar. Se suele valorar preferentemente el estudio universitario, ligado a lo que nombraba anteriormente: las profesiones tradicionales.
Este imaginario suele sustentarse en cierta garantía de ascenso social, que se potencia debido a la precaria situación socio-económica que suelen presentar los pacientes de la región.
El dispositivo de orientación vocacional busca ser un acompañamiento en la construcción de una identidad personal, social y vocacional; en la cual el paciente pueda elaborar un proyecto propio, más allá de la historia que lo atravieza. Es por eso que se busca lograr una posición activa del paciente, que consulta portando una historia personal, identificaciones y vínculos familiares y sociales.
Cuando se comienza a vislumbrar una identidad vocacional-ocupacional (en la medida que va avanzando el proceso de orientación), se comienzan a integrar fantasías, intereses, motivaciones, aptitudes, valores, potencialidades y principalmente la imagen de sí mismo. Muchas veces se encuentran pacientes con falencias en estas áreas, debido a una falta de estimulación por parte de su entorno. La situación socio-económica juega un papel preponderante en esta falta de estimulación, ya que las necesidades básicas insatisfechas generan una falencia en el desarrollo cognitivo, emocional, y hasta motivacional. Es preocupante observar la falta de proyectos sociales comunes, el individualismo, y la ausencia de ideales que se dan en esta población.
Tampoco podemos olvidar que parte de este entramado que llamamos identidad vocacional, está dado por el mercado laboral. La demanda de perfiles profesionales determinados genera una preferencia por carreras que poco tienen que ver con los intereses reales de los pacientes. Los medios de comunicación influyen en esta “falsa demanda laboral”, y en ocasiones la región a la que pertenecen genera una demanda específica (La orientación hacia la salud que presenta el Partido de Malvinas Argentinas, ha promovido la elección de carreras relacionadas con ésta área).
 Rodulfo plantea que la tarea fundamental de la adolescencia es el trabajo de simbolización, condición que es necesaria para que se produzca una migración del vínculo libidinal placentero del juego, a la posibilidad de desplegar algo de ese orden en el trabajo. Esto sería que el trabajo pueda investirse libidinalmente como juego, favoreciendo así el proceso de sublimación. En esta etapa de transición, el grupo de pertenencia se muestra como el sostén mas apropiado ya que allí es adonde se comparten ideales identificatorios.
Pero este pasaje también implica un duelo por la historia personal que se deja atrás (junto con los mandatos familiares que porta el paciente), digamos: su mundo interno, como así también una tensión entre éste y el mundo externo que se presenta con nuevas demandas. Es la elección que el paciente realiza cuando se compromete con la búsqueda del futuro que quiere alcanzar.
Durante todo el proceso de orientación se le da al paciente la posibilidad de interrogarse a sí mismo, más allá de los mandatos familiares y el contexto social en el que está incerto. Se plantea la pregunta: ¿Cómo quiero ser?. A partir de allí se trabaja en la re-construcción de la subjetividad, tarea ardua teniendo en cuenta la pobre estimulación de la que hablaba anteriormente.
En el ámbito sociocultural en que se encuentran los pacientes que demandan el dispositivo de orientación, podemos encontrar un tipo de organización y significación específica de su experiencia y conocimientos, lo que Ana Quiroga llamaría “Matriz de aprendizaje”. Matriz como construcción. Esto genera la forma particular en que el paciente se vincula con el otro, aprende y realiza diferentes actividades. Por esta razón se considera viable la posibilidad de que el paciente re-organise y re-signifique esa experiencia y esos conocimientos que trae consigo. Esto favorece la  re-construcción de su subjetividad. La modalidad de iniciar este proceso de re-construcción subjetiva se da con el conocimiento de la realidad social, educativa, laboral y económica, a fin de lograr una adaptación al mundo externo. Esto le da al paciente la posibilidad de proyectarse en el futuro, más allá de la su realidad subjetiva.
Poder pasar del “deber ser” al “yo deseo”, le brinda al paciente la posibilidad de elaborar un proyecto futuro.


BIBLIOGRAFÍA
-       Aulagnier, P: “La violencia de la interpretación.Del pictograma al enunciado” Ed. Amorrortu, 1991.
-       Rodulfo: “Clínica psicoanalítica en niños y adolescentes. Una introducción”. Lugar Editorial, 1986.
-       Quiroga, Ana P. de: “Matrices de aprendizaje: constitución del sujeto en el proceso de conocimiento”. Ediciones Cinco, 1994.

-       Müller, M: “Orientación vocacional”. Ediciones Miño y Dávila, 1986.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno el artículo. Muy interesante.

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